jueves, 14 de febrero de 2013

Verídico.




Un miércoles hace un par de semanas, estábamos Alexander y yo tomando una cerveza en el Blauer Engel, un bar de jazz cerca del fiordo. En la mesa de al lado había tres ancianos con pinta de vagabundos, cobijándose del frío y bebiendo lo más despacio posible una Tasse Kaffee. Al rato, uno de los tres señores (el que tenía la barba más larga) se acercó y nos preguntó que si éramos españoles. Le dijimos que sí, y entonces cogió su silla y la acercó a nuestra mesa.

Empezamos a hablar, y resultó que aquel señor con harapos y barba amarillenta sabía más de la historia de España que nosotros mismos. De hecho, había vivido allí y todavía recordaba el idioma. Ciertamente estábamos sorprendidos, pero él también parecía orgulloso de compartir un rato con dos jóvenes exóticos pseudo ingenieros con jersey de pico.

Barba bohemia versus frescura juvenil, el nivel de admiración mutua estaba más o menos igualado hasta que, horas más tarde y en el transcurso de la conversación, nos preguntó cómo se llamaba aquella mujer comunista española..

y yo le contesté..

"la Procesionaria".............

3 comentarios:

  1. con un poco de suerte el buen hombre no dominaba el español hasta ese punto... ¡¡qué gambazo!!

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  2. Bueno Ángela, la confusión entre política y fitopatología está a la orden del día...(como se parecen los nombres...malditas!). Fdo: bióloga en paro

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  3. Conociendo la tradición familiar de jugar con las palabras no parece un gambazo en toda la paellera.

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