Desde pequeña quise ser inventora. Tener un taller lleno de trastos en el que construir máquinas extrañas que sirviesen fundamentalmente para prepararme el desayuno. Con esa clase de pájaros en la cabeza crecí (no demasiado), haciendo dibujos en Paint y jugando a Indiana Jones.
Ocurrió en un pueblo pequeño, donde aprendí casi todo lo que sé. Siempre se me dieron bien las mates, así que al hacerme algo más mayor, opté por ser ingeniera como mi papá, para poder acabar dando clases como mi mamá. En seguida cambié de planes.
A los 23 años dejé el Paint e instalé el Photoshop.
A los 24 conseguí una cámara réflex.
A los 25 abrí este bloc.