martes, 6 de mayo de 2025

Puñín


Hoy, una persona a la que no conoces ha atravesado tu piel y ha metido un montón de malestar dentro de tu cuerpecito. Te has quejado con la esperanza de que te quitase el dolor, igual que te quito el hambre, el sueño y los pañales sucios, pero esta vez no he podido. Entonces has llorado a pleno pulmón, por si acaso no había captado tu disconformidad.

Ya en casa, te he abrazado hasta que te has dormido, pero tras varios intentos fallidos de posarte me has dejado claro que yo sería tu cuna hoy. Entonces me he acostado aquí y estoy mirándote dormir.

Tu puño ya ocupa dos de mis falanges. Me agarras con fuerza mientras duermes para que no me vaya a ningún sitio. Pienso en esa pequeña mano, que algún día será más grande que la mía. En esa espalda, que algún día acumulará tensión. En esa cara, en la que saldrán arrugas.

Estás muy tranquilo dormido encima de mí, puedo notar que te sientes seguro. Pienso si alguna vez me sentí así de segura con mi madre, y supongo que sí, pero no lo recuerdo. Pienso en si seré capaz de seguir haciéndote sentir seguro toda mi vida.

Seguro, no dependiente.

Libre, no temerario.

Fuerte, no invulnerable.

Feliz, no inconsciente.

Siento la oleada de responsabilidad y la certeza de que me equivocaré muchas veces. Qué difícil.

Pero hoy no es difícil. Hoy es muy fácil. Hoy tú duermes y yo miro tus manos diminutas, tu espalda sin contracturas, tu piel sin estrenar.

Ahora entiendo lo que me dicen siempre las viejas cuando vienes conmigo a la carnicería: disfrútalo, que pasa muy rápido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario