miércoles, 8 de diciembre de 2021

Lleva tiempo



Nos conocimos por internet.

Nunca había conocido a alguien remotamente parecido y lo admiraba muchísimo, así que cuando decidió cruzarse España en coche para venir a verme, me sentía en la obligación de hacerle algo rico de comer para cuando llegase.

- ¿Qué vas a cocinar?

- Lo que tú quieras.

- ¡Lasaña!

- Vale.

- ¿¿En serio vas a hacer una lasaña??

Nunca la había hecho antes, pero sé cocinar. Improvisé y salió una rica lasaña para 6 que devoró como si no luciera un six-pack.

Un par de meses después de aquella lasaña tan memorable era su cumpleaños. Los cumpleaños son importantes para mí, así que le hice una lasaña idéntica a la primera y se la envié por mensajero a casa de su familia, donde aún vivía. Un par de semanas después de aquella segunda lasaña tan memorable era mi cumpleaños, y a él se le olvidó que los cumpleaños eran importantes para mí.

Me desgarró, pero no me permití sentirme mal porque la voz de mi madre me decía en mi cabeza que yo no había hecho aquello para conseguir algo a cambio. Solo quería alegrarle el día y lo había hecho, así que según aquella voz (ajena, aunque por aquel entonces todavía la consideraba propia) no tenía derecho a estar triste. ¡De hecho debería estar contenta!

Yo no tenía derecho a que me alegrasen el día.

Tardé años en darme cuenta de que sí lo tenía.

martes, 7 de diciembre de 2021

Cuerda de atar



Había sido él el que había sacado el tema de las cuerdas, pero fui yo la que escondió cuatro nudos corredizos en las esquinas de la cama para ir inmovilizándole las extremidades según recorría su cuerpo con los dedos, caminando alrededor de la cama.

- ¿Qué haces?

- Te ato.

Creo que para él era fácil dejarse llevar porque confiaba en mis manos. Sin embargo, cuando días más tarde intentó atarme él a mí, terminé con las piernas enredadas en un larguísimo trozo de cuerda, luchando por no moverme para mantener la farsa de que aquel caos era sólido.

Yo anhelo solidez: crecí un entorno emocionalmente caótico, así que de adulta intento construir solidez a mi alrededor constantemente. Es más fácil construirla para mí sola, claro, pero de vez en cuando invito a alguien a entrar en ese lugar en el que nunca falta de nada y todo se hace siempre con el mismo cariño. Sólido.

No todo el que entra en mi lugar lo aprecia o decide quedarse. Algunos pasan tanto rato en la puerta, cuestionándose si entrar o no, que se va el calor. Otros entran y lo ponen todo perdido. A algunos les gusta pero les abruma la solidez. Por supuesto, cada uno entra en mi lugar con su propias ataduras.

Creo que me volví una persona cuerda el día que acepté las mías.

jueves, 2 de diciembre de 2021

Night moves



It was a Saturday night and we were back home after partying. It was cold as fuck. The kind of British cold that makes your socks wet, but somehow he hadn't put his hands in his pockets all day. Until he came to the balcony to freeze with me before bed, even though he didn't smoke.

The views were fantastic from that 10th floor flat overlooking the river. Without fog you could see the whole city, from Canary Wharf to Westminster.

Earlier that day, I had slipped a note in his pocket. It was a matrioska of notes, so he would unfold one and find another one inside, to force pauses between sentences, for a dramatic effect.

I don't remember what I wrote (except for the last sentence), and I don't remember what he said back. I do remember the way he looked at me after reading it: he felt special. He was.

I've seen that expression in many faces and I loved it every time.

Please, don't let another day go by without making someone you care about feel special.

It's so easy, and makes life worth living. For all of us.