lunes, 14 de enero de 2013

Más vale ciento volando.




Siempre que voy al lago están allí todos esos pájaros.

Son elegantes, impermeables y antiadherentes, pero lo que más me gusta de ellos es la indiferencia que muestran ante los humanos: ¡se cagan en nosotros, literalmente!

Los miro y no pierdo la esperanza de poder algún día descubrir su secreto y echar a volar.

No creo que sea una cosa de aerodinámica, ni de tener alas, ni nada de eso. Más bien me parece que es el peso de mis preocupaciones el que me ata al suelo.

"Las palabras son pesadas como las piedras, si los pájaros hablasen no podrían volar."